Hoy llorábamos los dos,
abrazados en las colinas de Gibralfaro
todo, era distinto.
El cielo rompió, como lápiz cuando
rabioso el niño contra el pupitre se aferra.
Nada ni nadie rompía su lápiz con tanta rabia
como nosotros lo hicimos, aquella noche.
Aferrados a la vida como si esta
acaso algún problema existencial nos causase...
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