No eres un perro,
aunque ladres,
Ni un gato,
más finges ser mi fiel compañero.
No eres una tortuga,
porque nunca quisite ir más despacio
y escondiste la cabeza ante los problemas.
No eres una serpiente,
por mucho que mudes la piel cada verano
y sueltes veneno por tu boca.
No eres una mantis religiosa,
pues, como ves, sigo vivo.
Y tampoco eres un gallo,
pero te encanta la pelea.
Todos los demás animales me los guardo en el bolsillo.